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El juego mental de la escalada

COMO TODO el mundo sabe la escalada es un juego mental en el que hacer más o menos grado depende no sólo de tu fuerza física, resistencia o técnica sino en mayor medida de tu fuerza mental, de la capacidad para superar tus miedos y conseguir tus victorias.

Los deportistas que realizan un entrenamiento mental mejoran en un 80 % sus resultados deportivos.

Estoy segura que alguna vez os ha pasado que cuando estábais escalando o incluso en competiciones habéis oído a algún escalador decir: “uff, qué cansado estoy, no sé si voy a tener fuerzas para llegar, no voy fino, hoy no es mi día, no he entrenado lo suficiente, llevo sin escalar un montón, me duele un dedo, …” porque claro, esto no nos pasa a nosotros.

En realidad lo que está ocurriendo es que se establece dentro de nosotros un juego mental entre nuestro ego y nuestro cuerpo físico. Nuestro ego empieza a dudar de la capacidad de nuestro cuerpo físico para realizar ciertos movimientos, para subir una vía o para aguantar la presión de una competición.

Es entonces cuando empiezan a aparecer emociones negativas que nos distraen, cambia nuestra respiración, el pulso se acelera, nos entran ganas de ir al baño, nos ponemos nerviosos, y es en ese momento cuando perdemos la concentración. Esto repercute directamente en nuestras capacidades físicas reales disminuyendo nuestra atención y mermándolas.

APRENDER A CONTROLAR LOS SENTIMIENTOS Para conseguir no perder la concentración y dar el cien por cien de nosotros mismos cuando escalamos debemos recuperar la confianza en nuestro cuerpo físico mejorando la relación que existe entre este y nuestro ego.

La unión de estos dos “yoes” implica el aprendizaje de varias habilidades interiores: 1.- Aprender a crear la imagen más clara posible del resultado deseado. 2.- Aprender a confiar en que el yo nº 2 rendirá al máximo y sacar una enseñanza tanto de los éxitos como de los fracasos. 3.- Aprender a ver lo que está sucediendo, sin juzgar si está bien o mal.

Y aunque todo esto es importante no tiene sentido sin la habilidad más importante, que es el arte de la concentración relajada. En el libro El juego interior del tenis W.Thimoty Gallwey dice así: “Para llegar a esta concentración relajada que se produce cuando la mente está en calma y concentrada debe existir un equilibrio entre estos dos yoes y sólo entonces seremos capaces de rendir al máximo”.

Cuando un escalador está totalmente concentrado no está pensando en cómo escalar, en qué movimientos hacer, ni en la chapa de abajo y ni siquiera en el asegurador; no está intentando hacerlo bien, ni ahorrar fuerza o energía e incluso cuando pasa un paso difícil no se queda pensando en lo bien o lo mal que lo hizo. El escalador parece fluir mediante un proceso que no requiere de la intervención del pensamiento. Aunque hay conciencia de ver, oír y sentir, el escalador parece saber qué hacer sin necesidad de tener que pensar.

RECUPERAR LA INOCENCIA INFANTIL D.T. Suzuqui, famoso maestro ZEN, en su introducción al libro El ZEN en el Tiro con Arco, dice: “Apenas reflexionamos, deliberamos y conceptualizamos, se pierde la consciencia original y el pensamiento in-

terfiere. La flecha ha sido disparada pero no vuela directo al blanco, tampoco el blanco se queda en su sitio.

El cálculo, que es en verdad un cálculo equivocado, ha intervenido. El hombre es un animal pensante pero sus grandes obras han sido realizadas cuando él no estaba calculando ni pensando.

Hay que recuperar una cierta inocencia infantil”

Lo mismo ocurre con los mayores logros en escalada, suceden cuando la mente está tranquila como un lago placentero.

El reconocido psicólogo humanista Abraham Maslow llamó a este momento “experiencias cumbre”.

Cuando los dos “yoes” son uno, la persona se siente más integrada, se siente uno con la experiencia que está viviendo, se ve relativamente libre del ego (mente en calma), se siente al máximo de sus capacidades, rindiendo al 100 %, en racha, libre de bloqueos, miedos, dudas, está aquí y ahora, se ve libre de deseos, ambiciones y exigencias… simplemente es.

ESTOY INSPIRADO Si reflexionas sobre tus mayores logros en escalada seguro que recuerdas sentimientos parecidos, recuerdos casi placenteros, casi de éxtasis.

Durante estas experiencias, la mente no actúa como una unidad separada que te dice qué tienes que hacer o critica la forma en la que lo haces. La mente está en silencio, tú y ella sois uno, y la acción fluye libremente como si de un río se tratase.

Cuando esto ocurre estamos concentrados sin haber intentado concentrarnos, nos sentimos con fuerza, seguros de nosotros mismos, confiamos en que podemos lograr subir hasta la reunión sin necesidad de intentar esforzarnos para lograrlo. Sabemos que seremos capaces de lograrlo y cuando lo logramos nos sentimos afortunados.

Cuando llegamos a esta capacidad de concentración solemos decir que ese día estábamos inspirados, o que tuvimos suerte pero si somos capaces de sentir estas “experiencias cumbre” de forma repetida uno empieza a tener confianza en sí mismo a sentirse más seguro y poder repetirlas más continuamente.

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